Un retrato de lo transitorio «Efímero» es la representación del arce, una figura que salta con gracia, pero cuya piel desgarrada revela la vulnerabilidad de su ser interno. Esta ilustración, realizada en tinta negra, captura la esencia de lo temporal y lo frágil, invitando al espectador a reflexionar sobre la dualidad de la existencia: la belleza del movimiento y la inevitabilidad de la descomposición. A través de su piel desgarrada, el arce se convierte en un símbolo de lo efímero, un recordatorio de que incluso las criaturas más vibrantes pueden tener un vacío en su interior. La apertura hacia el interior del animal sugiere una conexión con el cosmos, donde lo que se muestra y lo que se oculta son dos caras de la misma moneda. El vacío en su interior puede interpretarse como una invitación a explorar lo que realmente somos, más allá de las apariencias.